Retazos de una pasión

Tengo una larga experiencia en la práctica cinegética; me inicie con mi tío abuelo José cuando andaba en pantalones cortos y ya paso del medio siglo.

     He tenido y cazado con casi todas las razas de perros. Avatares de mi profesión , hace ya más de treinta años, me llevaron a un bonito pueblo de la sierra de Huelva, Calaña. Allí me regalaron una podenca de pelo duro, de la que entre otras muchas cosas, recuerdo que mi madre decía que no había visto, ¡ y ya pasaron perros por casa!, perra más viva y más lista que "LA CALAÑA", que así  la llamábamos.

     De su valía para que hablar, si era mi fiel  compañera de domingos por los maravillosos montes locales de los ARRAZAUCES y otros  tantos encantadores parajes extremeños donde la caza era abundantisíma y producía un placer y un deleite difícil de explicar con palabras, son cosas que se sienten o no se entienden. Mi Calaña era superior a todos, nunca se rendía, su porte, su elegancia cazando por alto, sus cobros a las perdices de ala y los patos, sus latidos "a parao" dando vueltas a las matas con el Kisin (un bretón extraordinario) de muestra, todo y más,  está en mi memoria como el primer día que la saqué. Esta pareja de perros hicieron época en mi zona.

     Aunque ya había cazado con podencos, con mi Calaña fue cuando realmente quede enganchado  al  mejor perro cazador del mundo "EL PODENCO ANDALUZ".

    Después de la Calaña, otros y otros podencos de varias zonas de Andalucía y de los diferentes tipos; grandes, medianos, manetos, chicos..., corretearon conmigo los más diversos lugares de caza de la geografía extremeña, hasta que me decidí a cazar exclusivamente con los de talla chica por su versatilidad, precocidad, adaptación y resistencia.

    Poco a poco , con paciencia no pocos sacrificios fui haciéndome con una casta de perros muy cariñosos, morfológicamente rayando la perfección y por una pasión por la caza que se sale del orden.

    Muchas son las anécdotas que podía contar, pero para que se hagan una idea les diré que cuando llevan un conejo por delante, los he visto rodar barranco abajo sin dejar de latir, en los zarzales los blancos se ponen rojos de la sangre que les mana en las heridas que se hacen. El año pasado mi perro Capitán, me cobró un conejo con un plomazo en la pata que fue tras él hasta un monte espesísimo, a bastante distancia de donde le tiré y cuando se presentó con el conejo en la boca, me lo comía a besos.

    En la actualidad tengo varias hembras y  sementales con los que cazo todos los domingos y festivos. Es un auténtico espectáculo verlos cazar en el monte y por donde han pasado otros tantos perros, entran LOS ARCABUCEROS y sacan conejos, perdices heridas de ala, muertas... , vamos que barren.

    Cazadores de toda España, gallegos, vascos, navarros, madrileños, castellanos, andaluces, extremeños..., conocen mis perros y hasta el momento a nadie han defraudado. Aparte del coto privado, compartido con cinco amigos, dispongo en mi propia finca de un campo de entrenamiento, y a partir de los tres meses, los entreno con conejos casi todos los días, pues cazando mucho es como se hacen los fenómenos.

Un saludo. 

Francisco Rodríguez Dávila